Salir al jardín y que de ti solo quede tu nombre es de lo más triste y desalentador que he vivido en mi vida. Y dejo constancia que la muerte y los adioses no me han sido ajenos.
Han
pasado casi tres meses. Confiaba que todo este dolor tendría que dejarme alguna
conclusión, alguna frase a favor de ustedes, una moraleja. Algún texto que me serviría para consolarme y
al mismo tiempo para defender a los seres como tú. Nada. Nada útil ha salido de sufrir por ti.
Es que sigo en la confusión de un impacto que me da vueltas, que no se ha
quedado quieto para sacarle una radiografía, no se qué decir al respecto de tu
ausencia. He tenido varios instantes luminosos dentro de la cabeza pero no han
durado lo suficiente como para armar una oración.
Son pequeñas explosiones de lucidez que se van casi al instante. Y no puedo
decir nada sobre el dolor de tu partida. No doy con el significado de lo que pasó.
Así
que voy a contarte sobre aquello que era importante para ti. Cosas del jardín donde me esperabas, como si yo fuese
alguien que merecía tu devoción:
Los lirios crecen libres de tu goloso apetito y hemos llegado a contar siete abriéndose al sol al mismo tiempo. Mamá dice que te prefiere a ti que a todos los lirios del mundo. Mamá tiene razón en eso también. El tarado perro del vecino sigue escandaloso y buscando pleito protegido por la malla. Tú y yo sabíamos que no era rival para ti. Tu hijo, Facundo, te extraña. Por varios días dejó de comer y se quedó acostado muy cerca de donde te puse a dormir. Siento que le traigo tu recuerdo. Las pocas veces que he tenido ánimos para salir a tus dominios, él se acerca como tratando de llenar tu espacio, pero se deprime. Se queda mirándome y sospecho que cree que tu regreso depende de mi.
Los lirios crecen libres de tu goloso apetito y hemos llegado a contar siete abriéndose al sol al mismo tiempo. Mamá dice que te prefiere a ti que a todos los lirios del mundo. Mamá tiene razón en eso también. El tarado perro del vecino sigue escandaloso y buscando pleito protegido por la malla. Tú y yo sabíamos que no era rival para ti. Tu hijo, Facundo, te extraña. Por varios días dejó de comer y se quedó acostado muy cerca de donde te puse a dormir. Siento que le traigo tu recuerdo. Las pocas veces que he tenido ánimos para salir a tus dominios, él se acerca como tratando de llenar tu espacio, pero se deprime. Se queda mirándome y sospecho que cree que tu regreso depende de mi.
Ríete
un poco, pese a estar esterilizado desde hace años, tu hijo le hizo el amor a
Mía bajo la sombra de la acacia. Punto a favor de la testosterona familiar. No
seremos abuelos, eso sí. Valentina sigue
caminando raro y Brisa vive encerrada en sus propios pensamientos. A mi me ha
dolido la espalda todo el día y estamos siendo invadidos por escarabajos voladores que se rompen la trompa contra las ventanas de la cocina.
Es que las lluvias han regresado. Estarías cabreado dentro de la bodega, huraño y
escondido de los truenos. El pánico te robaba tu usual elegancia y serenidad. Nunca entendí ese miedo tuyo, igual con
las camaretas que este puto barrio lanza al cielo como si tuviera algo que
celebrar. Supongo que tú tampoco lograbas entender mis temores. Y hablando de
miedos, uno de los niños que me ayudaste a criar, empezó ya la universidad y
sale de fiesta por su cuenta. Debes saber que he vuelto a no dormir. Agonizabas mientras se graduaba. No lo viste
con su smoking.
Yo te consideraba un silente sabio del bosque. Tu cara se fue
haciendo blanca, tu mirada profunda, tenías respuestas en los ojos Dante. Hubo
un día en que dejaste de ser un cachorro revoltoso a mi cuidado y envejeciste
para convertirte en algo parecido al abuelo cariñoso y generoso que habitaba en el jardín.
Te vi envejecer pero nunca pensé que te
morirías. Eso es algo que no podrías
entender de mí, por ejemplo. Yo no
puedo.
Regreso
al jardín donde nos reuníamos a ser felices con poco. El cedrón por fin
reaccionó luego de la poda tan inepta que le hicieron. Está hermoso y aromático. El césped va bien y desde
nuestra ventana vemos la piedra tan linda y pesada que te cubre. Los pinos
tarde o temprano empezarán a beber tu corazón. Yo sabré notar cuando eso ocurra.
Con las lluvias tu mundo se está volviendo muy verde.
Los sapos y los grillos festejan invisibles.
Los sapos y los grillos festejan invisibles.
Y
estás en todas partes blanco y dorado Dante.
Estás en
los lirios, en las tormentas, en tu hijo.
En docenas de fotos.
En docenas de fotos.
Dante
Reviewed by RLN
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20:22
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