JAMAS CONFESAR UNA INFIDELIDAD


En esto hay que ser muy serios, no se trata solamente de caer en la automática e instintiva evasión de la responsabilidad, se trata de aplicarla con fundamentos.

Si usted está siendo acusado por una infidelidad que si cometió, y le están quebrando la psiquis para reconocerlo,  le recomiendo, en primer lugar,  un análisis FODA de su situación.  ¿Cuál es la fortaleza de reconocerlo?  Seguro que ninguna. ¿Cuál es la oportunidad? Salvo que usted quiera mismo divorciarse o convertirse en un o en una paria con menos derechos que la licuadora, hágalo. ¿Cuáles son las debilidades? ¡Su futuro pues bestia!, y ¿cuáles las amenazas? Pues las amenazas van desde venganza con acto similar, pasando por un humillante y carísimo divorcio promocionado y seguidos en redes sociales, hasta la atenta visita del señor de la moto.


Tengo que serles sincero, en este caso ser sincero o sincera, no les servirá de nada. Salvo la fiscalía, nadie te rebaja la pena por aceptar la culpa. Aquello de “si me dices la verdad, te perdono” es una mentira más grande que “solo lavé unos pocos activos”.

Dejo aquí estas 6 recomendaciones que espero les lleven por el camino de la paz.




1.- La duda es tu amiga: En el fondo nadie quiere divorciarse, salvo cuando ya quiere divorciarse. Nadie quiere salir de su zona cómoda (que muchas veces es un espejismo), y creo que a todos nos gana la pereza de caer en un huracán de relajos a consecuencia de un polvo fuera de la jurisdicción hogareña.  Por esta razón, tanto la esposa como el esposo cuya testuz ha sido sembrada con cachos, desea y ansía es que el cuerno no haya sido verdad. Que haya sido una pesadilla. Y si todavía la evidencia es insuficiente, usted está en perfectas condiciones de usar la duda a su favor y negarlo todo.  La tendencia de su contraparte será creerle, no porque usted sea fiable (no sea gil), sino porque es más cómodo para todos.

2.- Escupe sobre la evidencia: Casi todo puede ser refutado: en un chat donde le escriban que “por atrás le gustó mucho más”, usted puede explicar que se trataba de un análisis arquitectónico para la ampliación de la oficina. Revisionismo histórico le llaman.   Hasta de un vídeo porno casero filmado en el motel de su preferencia se puede salir a flote, si las tomas son borrosas. Siempre trate a la evidencia con la que le acusen como a simple superchería. Búrlese de ella, aunque sea irrefutable, haga lo que los religiosos hacen cuando les hablan de la evolución, niéguela sin asco y apele a su dogma creacionista preferido.  En la parte del mundo en que nos tocó vivir todo puede ser negado, úsalo.

3.-Victimícese:  Si es mujer le resultará más fácil. “Yo no soy una puta”, puede ser su frase de apertura, repítale tres o cuatro veces y empiece a llorar y remate con un contundente: “pensé que me conocías” y con paso firme abandone la habitación (pero llévese el celular!), hacia la sala donde ubicará su mirada hacia el horizonte.  Y en el caso de ser hombre, no recomiendo mucho la victimización, porque las esposas con el tiempo desarrollan instintos de empatía para toda clase de bicho menos para el marido. Enójese, contraataque inmediatamente con alguna acusación sobre la inseguridad femenina, hágale un recuento de las noches de farra a las que renunció por ella y pregúntele si alguna vez le ha fallado como hombre (esta última pregunta es una ruleta rusa, pero hay que usar toda la artillería).  

4.- El rabo de paja: Cuando se le acuse de haber tirado, a partir de la interpretación de correos electrónicos o chats privados,  exija inmediatamente a la parte acusadora que le permita leer todos sus correos y chats. “Vas a ver cómo yo también puedo hallar frases con las cuales imaginarme que tienes un amante”.  Si su contraparte es hombre, el cojudo se quedará más frío que pésame por tuiter, y dejará las cosas ahí. Pero si su contraparte es mujer, busque ayuda profesional porque ellas sí son pilas y abren correos paralelos y borran los chats.

5.- Efecto fusible:  Si les sobra algo de lucidez el momento del impacto, y la cosa ya es insostenible, quemen un fusible usando la defensa siciliana del ajedrez, que es algo así como sacrificar un peón. “Ella es la moza del Juanito, no mía, y he tratado de salvar su matrimonio”. “Él es amante de mi prima Marjorie, no mío y he tratado de salvar su matrimonio”.  Haga la finta y convierta su calentura en un acto heroico.  Si le resulta, disfrute su triunfo en soledad.  Contraindicaciones: Prepárese para que su mujer odie con furia a su pobre y sorprendido amigo Juanito y asegúrese de que su marido no quiera tirarse a su prima que sin saberlo se ganó una inédita simpatía.

6.- Callar a tiempo: Esta es una recomendación para la parte acusadora.  Expertos señalan que una acusación de infidelidad es una traumática experiencia similar a un palazo en la nuca y cuando el cerebro se sacude, las consecuencias son impredecibles.  Lo que se recomienda para mujeres y hombres que dudan de sus parejas es caer en un largo y reflexivo silencio una vez lanzada la bomba. Insistir demasiado en la falta a la exclusividad puede hacer que el o la infiel termine entendiendo las causas y razones que le o la llevaron a otro colchón y en lugar de arrepentirse termine despidiéndose con una serenidad más imperdonable que la misma traición.



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