Notas desde Tonsupa

           Empecé agosto al pie del mar de Atacames y con un libro entre manos. “La Carretera” de Cormac McCarthy. Premio Pulitzer de Novela. Un gran regalo (me pasa que los mejores libros que he leído han sido regalos o recomendaciones). Decía, un regalo con una magistral historia de necesidad, de brutal capacidad de resignación. De cómo vivir con lo mínimo y sin que importen ya la dignidad ni el miedo.
    Imposible no encontrar en Esmeraldas miles de personajes como los de “La carretera”. Acá está todo bien, porque nada está bien, pasa que si no hay luz, no hay oscuridad.
           Hay que decirlo otra vez, hay que reconocerlo nuevamente porque varias veces se lo ha dicho: En la provincia de Esmeraldas están jodidos, y los esmeraldeños estarán jodidos. Mucho más cerca de la mierda que el promedio ecuatoriano. Arruinados para siempre y por mano propia. Voy por los barrios de Atacames hacia el cajero y luego hacia el mercado, desde que lo recuerdo éste debe ser el décimo quinto año en que conduzco por estas calles. Calles que siguen abiertas, con huecos y montones de adoquines. Las mismas pocas calles siguen rotas sin esperanza como heridas de un muerto. Tubos de alcantarillado por ahi como piezas de un gigantesco rompecabezas abandonado. Tierra. Mierda. Escombros. Cientos de cabezas de pescado. De aquí a la eternidad.Y bañándolo todo, un río apocalíptico.
    El Ecuador entero tiene un alto grado de fracaso, pero ciertas ciudades como Cotacachi, Guayaquil, Cuenca, Loja y hasta Quito están en mejores situaciones que las ciudades esmeraldeñas. La cosa es de lágrimas, pero ellos parecen no darse cuenta. Y, como en el libro que me han regalado, los turistas serranos no somos más que unas manzanas secas que servirán para llenar el estómago con urgencia y sin mucha consideración ni análisis. Ni vergüenza.
    La autopista te anuncia el límite entre Pichincha y Esmeraldas. Minutos después empiezan los huecos en el pavimento. Al pie de los huecos gigantes y suficientes como para partir la suspención de un carro de tamaño mediano. “Así mismo es la cosa acá jefe” me dice un antiguo residente en Atacames, como diciendo no joda que nosotros sabemos cómo vivimos. El MPD y la UNE dominan la zona. Los “trabajadores” de la Refinería solo dejarán de estorbar cuando se inaugure la nueva que construirán en Manabí. Y la de Manabí se construirá cuando se inaugure un burro volando. ¿Cómo empezar de cero sin borrarlo todo y a todos? ¿Cómo empezar bien? ¿Para qué empezar si el resto del mundo ya no tiene tiempo?

    No es por falta de plata. Del gobierno central desde varios años atrás han llegado millones y millones de dólares. Junto a la playa repleta de basura de turistas puercos es sabido, aceptado, contado entre risas –no hay asomo de indignación- que el fulano que gana una elección se ganó la lotería. Luego le asoman las casas, las haciendas, las camaroneras. Se apalean y queman violadores o ladrones de gallinas, pero los nuevos ricos que aborta la política pasan veloces en sus 4 X 4 y no faltará quien los salude con afecto y admiración. Reelegir a un pésimo y corrupto funcionario es usual. Pocas veces recibe cierta dosis de justicia, como algún ajuste de cuentas donde asesinen a alguno de sus hijos o nietos.

    A las diez de la mañana agenciosos muchachos nos instalan una carpa donde sentarnos a mirar el mar, y junto a la carpa una señora mestiza y fea acepta con gesto orondo que una señora negra y embarazada le arregle las uñas de las patas como haciéndole un favor. Cincuenta centavos por una hora entera de devoción a aquellas patas con ansias de haber tenido zapatillas de cristal. Me jode y me pongo a pensar que en la Plaza Grande de Quito nunca falta el fulano que se siente un Borbón por hacerse lustrar los zapatos por algún niño casi famélico.
    Pasan las horas y los días. Ejemplos de derrota van y vienen. No obstante empiezo a acostumbrarme y todo lo gris se me va poniendo azul porque a fin de cuentas estoy de vacaciones. No sé ni qué día es hoy. El celular no ha sonado. Y me pongo a escribir con la disculpa real pero incompleta de que cuando yo llegué, Esmeraldas ya estaba así.
Notas desde Tonsupa Notas desde Tonsupa Reviewed by RLN on 19:40 Rating: 5

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