EL DIA QUE MI PERRO SE HIZO VARON

(www.rafaellugo.com)
Tengo un perro Golden Retriever que ya cumplió tres años y medio, lo que en años-perro equivale a 22 años-hombre, aproximadamente. “Dante” se llama y además de ser un adulto virgen y aburrido, les tiene un pavor incontrolable a los fuegos pirotécnicos. Además sufre de confusión vocacional porque adora cazar ratones.


Como si esto fuera poco el pobre Dante no tiene pedigrí, pero a la usanza ecuatoriana podemos decir en su honor y con el fin de darle un buen nombre, que sus padres pertenecieron a un señor que era dueño de haciendas de miles de hectáreas, pero que perdió todo por divertido y por culpa de la reforma agraria. Entonces, Dante es muy fino, pero con mala suerte.


Siendo aún cachorro (rubio, ojo claro y vivaracho) Dante fue llevado por una señora que se instaló abajo del puente de la subida al Centro Comercial “El Bosque”. Ahí fue adquirido por mí luego de un rápido regateo en una suma que por respeto a su condición, no divulgaré.


Dante creció rápidamente y no hubo un día en que no se mande alguna cagada, como destrozarme alguna planta, cagarse mismo, comerse algún juguete o zapatos de mis hijos o rayarme la puerta cuando quiere meterse a la casa asustado por algún trueno o una camareta. En la actualidad Dante disfruta en hacerme trizas el jardín, tanto que he llegado a pensar seriamente en castrarle para que se calme. Sin embargo, tal vez por lealtad al gremio masculino, sus activos fijos siguen en su puesto.


“Yo creo que le hace falta una hembrita”, me dijo mi secretaria. Y antes de que le suba el sueldo, completó la frase “a su perro”. Sonriendo me explicó que conocer el amor apasionado generalmente calma a los perros, todo lo contrario que a los humanos.


Lo pensé seriamente y decidí intentar el remedio. Llegué a la casa y como siempre Dante me recibió con sus patas puercas y sus innumerables pelos rubios con los que me embarra la ropa todos los días. Cuando se quedó quieto por fin, le conté que le iba a conseguir una novia para que se haga varoncito. Movió la cola y su mirada se volvió todavía más noble y amorosa que antes. Corrió dando brincos y desapareció detrás de la casa, pero regresó enseguida cuando se dio cuenta de que no tenía a quién contarle lo de su próximo polvo.


SEXO PAGADO


Fui por el camino fácil. Alguna vez escuché de un servicio de putiperras para canes adinerados y conseguí un número telefónico. El señor que atendió me contó que abolió el servicio por unas airadas quejas de algún grupo ecologista (y metiche según el Dante). Lo cierto es que la historia de las trabajadoras sexuales caninas no duró mucho.


Entonces empecé a hacer una lista mental de todos mis amigos con perras. Salvo uno que estaba enojado, ninguno aceptó tener una perra en su casa. Y no me quedó más que llamarle a otro que tiene una Pastor Alemán. Le propuse hacernos consuegros y me contestó, amable como siempre, “si quieres que a tu perro le arranquen las pelotas de un mordisco, tráele nomás”. Creímos –Dante y yo- que sería mejor evitarle el riesgo. A fin de cuentas Dante no está buscando matrimonio.


La desesperación que empezamos a sentir, me hizo recordar la mía cuando tenía 17 y me acercaba peligrosamente a los 18, tan virgen como incandescente (solo que yo no jodía el jardín, pero si los piyamas). Ese recuerdo me volvió más solidario con el buen perro y ambos empezamos a odiar juntos y en igual proporción su estado de virginidad no deseada. Pensé seriamente en conseguir un burdel común y corriente, pero consideré que me esperaban dos respuestas posibles: O me hacían pegar una paliza por el siempre enorme cuidaputas, o me facturaban un cuentón fuera de todo presupuesto. Volvimos a desistir, pero no renunciamos.


Días más tarde, iluminados por un amigo publicista pusimos un anuncio en el periódico. El anuncio decía “GOLDEN busca novia. Sin papeles pero precioso. Bienvenida cualquier raza anatómicamente factible. No quiere ningún cachorro ni responderá ante un juicio de alimentos.”


Llegó el día de la publicación y Dante miraba el inerte teléfono. Alimentando mi sana envidia se lamió las pelotas, y volvió a mirar el teléfono que nunca sonó. Ante sus ojos curiosos y al borde del llanto (como mirada de perro mismo) no supe sino decirle algo que ya vengo pensando desde hace años: La sinceridad brutal no les gusta ni a las perras.


Este nuevo fracaso me enojó mucho y a Dante también pues al otro día mi jardín amaneció con un agujerote donde antes había una verde enredadera. Dante recibió mi consabido puntapié sin quejarse y conciente de que lo hice por su bien. Pero se volvió a lamer las pelotas y yo se que lo hace cuando está nervioso o cuando quiere joderme.


Navegué en Internet. En el Google puse “prostíbulo para perros” y solo di con una dirección de “ideas para negocios”. Seguí jugando con las palabras y terminé en un foro del cual ahora soy miembro con el nickname de “Dantebuscasexo”. Ya soy pana de una rusa. No se si es una Golden.


Como alguna vez dijo el coronel: Haré feliz al perro, ¡o moriré en el intento!, por lo tanto seguimos en la búsqueda. Y dimos con la noticia de que en Francia se había inventado una muñeca inflable para perros. Como no hubo manera de ver el diseño, me robé la idea. Entonces empezamos a pensar cómo construir una muñeca para el Dante. Fui a un almacén de juguetes y busqué una boya, pero salvo un cangrejo rojo con bolitas blancas, no había nada más como para su tamaño. Descartamos la muñeca inflable.


Una amiga que se apiadó de mi desesperación me ofreció su perra, que es muy guapa y además Golden. El problema era que la doncella no se puso nunca en celo y nos cansamos de esperar. Yo le propuse que me la mande a la casa y que seguro el Dante se las ingeniaba para despertarle el instinto, pero no quiso y no me explicó por qué.


JAPI EVER AFTER


Al puro estilo de algunos bisabuelitos de antaño y cojudo actuales, para nomás de tirar, el Dante tuvo que casarse. La verdad yo también ya me harté de buscarle goce sin preocupaciones, así que le compré una cónyuge en el redondel de Cumbayá. La chica aparentemente es chévere y descomplicada. No pudimos conocer a su mamá, así que no sabemos si en unos pocos años se convertirá en un bulldog con sobrepeso. Luego de unos pocos gruñidos iniciales y unas miradas confundidas, se organizaron con naturalidad. Se han pasado tirando como si estuvieran enamorados, rompiendo todos los récords del barrio y algunas plantas. Ella ya no le deja lamerse las pelotas, ni tampoco quiere que mate ratones.


Y mañana mismo el pendejo del Dante tendrá que ir a conseguir un trabajo.
EL DIA QUE MI PERRO SE HIZO VARON EL DIA QUE MI PERRO SE HIZO VARON Reviewed by RLN on 11:52 Rating: 5

1 comentario:

  1. Pobre Dante!!....el sexo sin complicaciones, no me hace gracia...muy buen Blog Rafael!

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