las mujeres son más infieles que los hombres

            Una vez que el paso del tiempo ha permitido ciertas simetrías en las conductas de ambos géneros como, por ejemplo, los hombres cambian pañales y las mujeres hacen el amor en paz sin tener que pedirle permiso al taita cura, procede investigar cuál género es más infiel.

            Yo tengo ciertas informaciones que me hacen pensar que son las damas las que son proporcionalmente más infieles que los damos. Pero como ahora toca contrastar la información hice una encuesta y resultó que sí. La pregunta que tratamos de responder es por qué son ellas más infieles que ellos, y la repuesta está en el sistema y en las causales.

El sistema

            Verán: las mujeres tienen sistemas casi infalibles para cuernear a sus parejas. Y a reducir el miedo a ser descubiertas, pues la infidelidad no se convierte en un peligro, sino en una distracción. Por lo general, creemos que los hombres son los que más pecan fuera del hogar, pero eso ocurre porque a 11 de cada 12 donjuanes les trincan con una facilidad que provoca que su mujer, además de enojarse por los cachos, se empute por lo idiota que ha sido su marido. Con decirles que yo supe de un señor que llegó a la casa titular con el condón puesto.

            Por el contrario, para descubrir una infidelidad femenina es casi necesario contratar a los de CSI. Esa premeditación calmada, que solo un ser que no piensa con el pipí puede lograr, ha conseguido muy complejos sistemas de evasión. He llegado a creer que una mujer es descubierta cuando en el fondo ya quiere ser descubierta y, además, quiere definitivamente zafarse de su anterior relación.

            Esto es lo que ocurre en una humanidad cuyos géneros se dividen entre astutas y arrechitos.

Las causales

            Pienso que los hombres somos infieles por una razón general que tiene muchos nombres, pero que a la larga es la misma: la variedad. Usted, infiel amigo, que tiene esta revista entre sus manos, diga si no es verdad que se ha comido mujeres más feas que su mujer solo por el hecho de variar el paisaje. Una sola razón genera menos tentaciones que varias razones, por supuesto. Y las mujeres tienen causales tantas como sus estados de ánimo: venganza, adrenalina, soledad, curiosidad, billete, etc., etc., etc. Una mujer puede perder la cabeza por el poder y terminar arbitrariamente en la cama con un presidente con cara de chirimoya, pero no creo que Dilma Rousseff haya amanecido más sexy luego de ganar las elecciones en Brasil. También una mujer casada con un fino y pintón señor puede irse de polvos con un tipo feo, chiro y panzón, ¡por su inteligencia! No he sabido de un caso inverso, la verdad sea dicha.

            Así que, mi estimado galán que piensa que es un macho machucante interparroquial, tal vez sería mejor que se busque unas corbatas que le hagan juego con los cuernos de siete puntas que lleva en su frente radiosa.