Llega el verano y es rico irse a esconder en las playas de Esmeraldas. Huir del maltrato del tráfico, de los choros, de la oficina. De todo lo horrible de este mundo.
Horrible como un fulano en pantaloneta y blanquito, semi quemado y serrano asomándose en el marcado de Atacames para comprar un pescadito o un maqueño. Lo más seguro es que le cobrarán cuatro o cinco veces más el precio normal por cualquier producto. Y con suerte le entregan correctamente el vuelto.
Llegan los serranos y por arte de magia desaparece el agua potable. Entonces aparecen los comedidos dueños de los tanqueros que por astronómicas sumas te llenarán la cisterna. Estos muérganos consiguen el agua potable, cuando no hay agua potable en ningún lado. ¿De quién es el negocio, y quienes son los giles jineteados? Eso ya se sabe.
Sólo en Esmeraldas el tanque de gas cuesta su valor real sin subsidio. Haga el intento y seguro se lo venden a 15 dólar el tanque que en Quito vale 2.50 con instalación incluida. Ni qué decir de la energía eléctrica que funciona en todo lado menos en su departamento, o la televisión por cable. Grite un segundo y asomarán los “técnicos” que por otros 20 dólar le arreglarán el misterioso daño que se verifica todas las putas veces que usted llega a vacacionar.
Hace unas semanas vi una nueva modalidad de jineteo. Un par de esmeraldeños arriaban con crueldad una iguana amarrada con un cordel de nylon. Un gordito y su familia paseaban por la playa de Tonsupa. Vieron el animal maltratado y salieron en su defensa. El captor de la iguana les sacó 5 dólar a cambio de no comérsela y se las entregó para que ellos la llevasen a un lugar seguro. Sólo que en Esmeraldas no existe un lugar seguro ni para las personas ni para las iguanas.
Vaya a un comercio. Con aire acondicionado o sin él. Cualquier cosa costará al menos un 50% más que lo usual. Vaya y hágase el pilas comprando camarón barato al pendejo que los lleva en un balde. Seguro los encontrará grandotes, casi como langostinos. Lo que hacen es meterlos en agua con mucha sal para que se hinchen. Cuando usted meta sus camarones jumbo en el sartén, se harán chiquititos como camarones chiquititos. ¿Quiere corvina? Cualquier pendejada de pescado le dirán que es filete de corvina. ¿Quiere reclamar por la estafa? Mejor tómese un cuba libre tan caro como el que venden en Cuba, cuna del jineterismo por la miseria castrista.
No faltará el güisqui chiviado que usted comprará con la promesa de ser legítimo y traído directamente de la chueca aduana del puerto de la ciudad de Esmeraldas. No se queje si se queda ciego o tembleque, eso le pasa por comprar bienes contrabandeados. Si va a venir, traiga sueltos y mucha paciencia, una gorra para el sol y una camiseta que diga: “Serrano cojudo a la orden”.
El jinetero esmeraldeño
Reviewed by RLN
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15:05
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