El que se va de Quito...


Muchos vemos con ojos desconfiados, otros tantos ven con ojos aterrorizados, otros ven con ojos esperanzados y a otro tanto le importa un rábano, cómo el estado va metiéndose en actividades consideradas propias del sector privado. Usualmente no se ve bien que el estado -tan chimbo administrador que no quiebra solo porque el petróleo no se acaba- se meta a actividades o se dedique a regular más de la cuenta las gestiones privadas.

No se ve bien, pero la culpa es nuestra. Ahí donde el sector privado se equivocó, entra papá estado tirándose pedos con antena anunciando la revolución revolucionaria. Y cuando digo que se equivocó el sector privado, me refiero al mal trato a empleados, evasión de impuestos, ineficiencia, lentitud en adaptarse a la modernidad, incompetencia, etc. 
Entonces como una obvia respuesta al menos demagógica el presidente de turno –con más o menos aspavientos- se mete al “rescate”.

 ¿Quién tiró por los suelos la tercerización laboral? Los abusivos que la utilizaron para explotar sin misericordia docenas de miles de personas. Punto. Entonces sembraron el árbol del cual cualquier político atento podría colgar sus buenas intenciones, sus afiches o hasta su columpio.  ¿Quiénes quebraron los bancos que luego papá estado salvó, para convertirse en AGD? ¿Qué petrolera infla sus gastos casi al filo de la ciencia ficción que cabree tanto al estado que le hayan entrado ganas de cambiar los contratos con tontera y media? ¿Qué número de periodistas trabajaron en medios de comunicación con evidentes muestras de parcialización o intereses propios que le dieron la gran ideal al estado de hacer lo mismo? ETC, ETC, ETC.

Dentro de la casa, en las parejas las cosas son similares muchas veces. ¿Cuál pendejo borracho y vago puede quejarse de que su mujer lo reemplazó por el vecino de su hermana? ¿Cuál pantera igualita a la bruja de su madre puede quejarse de que su víctima prefirió irse con una más fierita, pero cariñosa?

Usualmente en las parejas los cambios no se ven tampoco con buenos ojos. Por lo general la moza que se lleva al marido es, por decirlo de una forma políticamente correcta: una longa de mierda peli pintada. Ah pero nadie sabe que trataba mucho mejor al susodicho. Y con el galán furtivo que posiblemente se esté probando sus condones, la cosa puede venir igual.

Parecería que el cambio es bueno, pero casi nunca es mejor. El dicho aquel de mejor malo conocido es casi exacto. Por lo general las mozas ponen buena cara hasta pescarle al gil y los galanes ni siquiera le pescan a la señora. Destruyen lo poco que había, administran peor, dan ganas de matarles.

Lo mismo con papá estado que donde se mete, casi sin excepción lo termina de destruir. Y luego nos quejamos y añoramos el pasado. Entonces señores empresarios cuyos sectores no han sido aún invadidos por la revolución revolucionante, hagan bien su trabajo y no habrá mayor chance de que el mesías salvador de cuarta que es el gobierno pretenda rescatarnos de ustedes. Lo mismo en los hogares de cada uno: hacer buena letra en el pizarrón, que ahora ya casi nadie tiene paciencia.
El que se va de Quito... El que se va de Quito... Reviewed by RLN on 13:43 Rating: 5

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