Para
el lado que mires, una especie de algún tipo ya no está. Hace semanas mi pana
twittero @clandestinebird –Manuel Sánchez- que es un experto guía para
observación de aves, escribía que el loro usado por el Ministerio del Ambiente
para su campaña para evitar el comercio de la palma de cera (para los ramos de Semana Santa), ya se había
extinguido en el Ecuador. Manuel me explicó que según la publicación Krabbe, N.
2002. Loro Orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis).
Pp. 86 en: T. Granizo (Ed.), Libro rojo de las aves
del Ecuador. SIMBIOE/Conservación Internacional/EcoCiencia/Ministerio del
Ambiente/UICN. Serie Libros Rojos del Ecuador, tomo 2. Quito,
Ecuador, "La especie fue
reportada por última vez en el Ecuador en 1998,
cuando fueron observados 6 o 7 individuos al oeste
de la provincia de Cotopaxi, en la
misma área donde fueron observados 19 individuos en 1995". También me dijo
que será “chévere ser citado en una revista de lluchas”. En definitiva el
loro que usan los del Ministerio del Ambiente para una campaña que busca
protegerlos de la extinción ya se extinguió en el Ecuador. Manuel sostiene que
podrían ser reintroducidos desde Colombia. Pero parece ser que éste tipo de
fronteras abiertas no es prioridad del gobierno de la inédita y robacorazones
revolución biorevolucionaria.
Mucho
se ha dicho también de la desaparición de las chullas, aquellas imprescindibles
mujeres que en otras épocas eras las únicas que concedían sus recursos con relativa facilidad. Buscarlas por San Carlos, La Luz, el Caracol, o el
tontódromo de la Amazonas, con botellas de ron barato en la moqueta y listos
para enfilar hacia algún mirador, como el de La Luna, ya no hace falta. Chuta
que era duro agarrar una teta hace tiempo. Hoy hasta al parque de la Luna se
extinguió para dar paso al Parque Metropolitano, donde hay tanto guardia
cortanotas que es mejor irse a motelear.
Los
buenos alcaldes de Quito también se extinguieron. El último tal vez fue Roque
Sevilla. Paco Moncayo y Agusto Barrera no fueron ni de cerca lo que esta ciudad
se merecía y necesitaba. Tenientes Políticos debieron ser. Y de Tababela.
Socialistas
pobres también parece que se han extinguido. Seguramente me equivoco, pero hace
tiempos que no se reportan avistamientos de estas especies, que como muchas
otras, han desaparecido por la contaminación petrolera.
Se
extinguió el cine Colón –donde vi la Tigra y me enamoré de la Rossana
Iturralde-, para dar paso a un restaurante de pollos apanados. Se extinguieron
también el cine Benalcázar y el
República. En el parque de La Carolina se extinguieron algunos centenarios
eucaliptos que talaron los singulares genios municipales para construir una
veredota que se bautizaron boulevar.
Y
haciendo un análisis del YO, les cuento que en mi se ha extinguido la esperanza
de que este país mejore. Ya no creo en ningún político que “sueñe” en un país
diferente, porque o sería muy bruto e ingenuo, o sería un hipócrita de 100
octanos. Este país ya se entregó al odio. El odio es su fuerza para moverse,
para construir a base de destruir. El odio es nuestra principal razón para
juntarnos: el odio al pasado es la fuerza de Correa, y el odio a Correa es la
fuerza de los que están contra él. Acá
ya no hay justicia, sino venganza.
¡Ya
no hay tampoco historia, ni coherencia! No olvidemos que, según la Asamblea
Nacional, el Che Guevara luchó contra Reagan y Tatcher y además fue ejecutado
estando vivo.
Una
posible extinción veo con alegría: los militares parece que terminarán siendo
policías. Los cual es bueno porque esas guerras con las que tienen sueños más
que eróticos se pelean en las calles. Salvo que vengan extraterrestres de los
malos y los gringos no puedan con ellos, ¿con qué nación pensarán los milicos
que tendremos que guerrear? Que
desaparezcan ellos y regresen los loros.
Ellos –los loros- no gastan millones de dólares en aviones militares,
huevean por el aire con su propia plata.
Especies que se extinguieron….
Reviewed by RLN
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14:45
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