UN TRIANGULO CLAVADO EN EL CULO

Empecemos por el concepto de que la libertad de expresión protege al ser humano, nunca a una idea. Las personas están para ser respetadas.  Las ideas están para ser puestas en práctica con la mayor de las virtudes, y están para ser ridiculizadas con el peor de los gustos (con todos los grises en el medio, al estilo de cada quien).

Persona e idea deben separarse, porque no son lo mismo. Las ideas no tiene derechos. Las personas claro que si. La persona es susceptible de adquirir derechos y de contraer obligaciones, las ideas –que yo sepa- no han contraído matrimonio, por ejemplo. La persona es recipiente de ideas, las ideas no son recipientes de personas. Las personas (con suerte) van cambiando de pareceres, una idea salta de persona en persona y cuando se le acaban los creyentes desaparece.

Así mismo, ha surgido la pregunta de si es necesaria o válida la burla atroz y hasta vulgar de cualquier creencia.

Si tiene usted un criterio distinto, si cree que sus ideas son intocables porque intocable es su portador, le sugiero dejar de leer esto pues nada le aportaré con mis necedades.  Pero si toma nota de que el mismísimo Jesús (incuestionable ídolo, preferido en mi barrio) fue un anarco burlador de ideas y blasfemo ilimitado, tal vez le de usted una oportunidad a este artículo, pues él mismo es la prueba de que las ideas no son sagradas ni tampoco intocables. También, si cree que no hace falta tanta crudeza, es posible que no le interese seguir. Pero le invito cordialmente, parece que la crudeza si es necesaria. 

Los seres humanos nos dejamos dominar por las sensaciones, especialmente en situaciones incómodas. Reflexionar cuando te han dado un puñetazo en la jeta es igual que reflexionar cuando has agarrado como propia una ofensa. Que se te junten amores familiares, pasiones, costumbres, recuerdos, abuelitas adoradas, la película Marcelino pan y vino, y todo lo que tenga que ver con las creencias religiosas en comprensible cuando has sido golpeado.   

Pero en frío, se pueden analizar cosas y creo necesario que, al menos en cuanto a conceptos nos pongamos de acuerdo.  En algunos contratos complicados  se definen términos para que la confusión no derive en errores de interpretación. Propongo hacer lo mismo porque el asunto es complicado y solemos mezclar todo con todo en nuestra recetas místicas.

Regreso entonces a la importancia de separar personas e ideas. Hago uso del diccionario de Google para este efecto y pongo estas palabras a ser definidas:

IDEA: Representación mental de algo, ya sea material o inmaterial, real o imaginario, concreto o abstracto, a la que se llega tras la observación de ciertos fenómenos, la asociación de varias representaciones mentales, la experiencia en distintos casos, etc.

DOGMA: Punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema.

CREENCIA: Idea o pensamiento que se asume como verdadero.

CONOCIMIENTO: Facultad del ser humano para comprender por medio de la razón la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas.

Dicho esto, si es que he logrado entender los significados expuestos, una idea puede ser real (la idea de una silla) o imaginaria (la idea del dios Júpiter), un dogma es un pensamiento que no puede ponerse en duda, y una creencia es algo a lo que hemos decidido darle la condición de real.  

Así, una creencia religiosa como cualquiera de las abrahámicas puede ser una idea imaginaria, y usted capaz se empezó a enojar porque así funcionan los dogmas en nuestros cerebros.

Pero no es mi intención especular sobre la verdad única de cualquier religión del mundo. Me he burlado de varias más por sus incoherencias frente a la verificación histórica y científica, que por otra cosa. ¡Ya desearía creer ciegamente en la cómoda salvación de una vida eterna!  Pero quiero dejar en manifiesto que las ideas, las creencias y los dogmas no son intocables. No digo que son falsas, pero podrían ser falsas, y qué horrible sería haber matado o despreciado a alguien por no haber compartido tu fábula!

El conocimiento comparado con el concepto de idea es otra cosa. No es lo mismo CONOCER que un hombre o un animal sufren dolor cuando son torturados físicamente, que CONOCER libros que describen a un cierto tipo de divinidad en algún lugar del cielo, con ciertas expectativas sobre nosotros y misteriosamente dispuesto a hacer tal o cual cosa a favor o en contra nuestra.  Podemos discutir y burlarnos del conocimiento sobre la mitología griega y las culebras en la cabeza de la Gorgona (mitología hace siglos muy sagrada por cierto, pero que ahora sirve para películas tipo Percy Jackson), pero no podremos discutir abstractamente sobre dónde está Atenas.

Como hemos visto la gente está dispuesta a matar por la verdad de lo discutible y no por lo indiscutible, o sea, mata por la fantasía. Se enoja, condena y censura por aquello que podría ser un cuento de hadas. 

Ahora bien, no es que yo –ni mucho menos- haya descubierto esta condición de dudosas, cuestionables y no sagradas que tienen las creencias. Varios seres humanos durante la historia han podido afortunadamente sobreponerse a este miedo y a todas la amenazas cumplidas o no, y han puesto en nuestra mesa y cama cosas y criterios que llamamos modernidad. Medicina, telecomunicaciones, transporte, derechos civiles, etc., etc., etc. No somos conscientes de todo el bienestar que nos procuraron estos sabios, vulgares, irreverentes o lo que sea del pasado y del presente. Algunos estamos tan cómodos con lo que nos rodea y tan orgullosos de lo poco que hemos aprendido que más nos parecemos a Torquemada que a Galileo.

Hoy CONOCEMOS que las ideas han podido, sido y deberán debatirse, destruirse, ampliarse, multiplicarse, y todo lo que se pueda hacer con una herramienta creada por el intelecto del ser humano. Y nunca podrán detenerlos aquellos que con distintas formas de violencia han proclamando inútilmente en el transcurso de los siglos “respeta mis ideas, porque yo soy mis ideas”.

En resumen, las personas y sus creencias no son una sola cosa. Salvo algunas como el “buen nombre”, no hay noción abstracta que se pueda unir a una persona como si se tratase de un miembro más de su cuerpo, o de sus propiedades.

Evidentemente este artículo no está escrito para que lo lean asesinos fanáticos, sino para personas que se ofenden en su fuero personal por lo que otros hacen con sus ideas. Y también está escrito para aquellos que han llegado a pensar que la culpa fue de los caricaturistas de Charlie Hebdo pues rebasaron la “tolerancia” de un grupo de asesinos.  El día en que sean los criminales los que marquen la frontera de nuestra capacidad de crítica o burla o creación, y sean tipos desquiciados destrozando gente a tiros o a bombazos quienes dicten lo que está bien y lo que está mal, sería mejor desaparecer.  Han querido hacerlo por siglos y en distintas partes del mundo, no han podido hacerlo y por ello tú lees esto en tu computadora. No pienses en darles ese poder. Afortunadamente los que han cambiado al mundo para bien, no esperaron la ayuda ni el beneplácito de nadie, peor el de un fanático.

Y este párrafo nos lleva a lo segundo de lo que quería comentar, la pregunta que muchos se hacen sobre si Charlie Hebdo es necesario.

La duda ofende. Qué relativos somos en nuestros absolutos particulares. Cuando, por este país ecuatoriano ubicado en el “mundo occidental” supimos escandalizados sobre unos chiflados islamistas asesinando a gente que dibujó en pelotas a Mahoma, gritamos varias consignas en contra del extremismo religioso. Luego de las condenas apasionadas y de los gritos a favor de la libertad de expresión, reaccionamos muy diferente cuando  nos enteramos que también en algún momento habían dibujado a un Cristo con un triángulo clavado en su trasero y al mismo tiempo penetrando analmente a su padre.  El análisis posterior es obvio, pero el péndulo se fue bastante al otro lado.

Y qué cómodos residentes de nuestro propio ombligo somos. Charlie Hebdo no es necesario para la gente que ya no sufre de ser aplastado por un dogma religioso. Pero en Ecuador hay persecución homofóbica, hay machismo, hay todavía tipos que piensan que se ganarán el cielo defendiendo y negando la pederastia en la iglesia católica. La gente que ha decidido (y puede) tener una creencia religiosa más apegada a sus propias necesidades, podría prescindir de una revista como esa.  Un heterosexual, que practica sexo prematrimonial, que usa condón, que tienes varias parejas sexuales y que no es perseguido por la iglesia, por supuesto que creería que Charlie Hebdo no es necesario. Una mujer que se ha rebelado finalmente en contra de la idea de ser un himen obediente y que tampoco es perseguida AHORA por los curas, tampoco creería necesario a Charlie Hebdo. Los que profesan su muy particular fe católica (porque graciosamente cada uno tiene una versión “entallada al cuerpo” de cada quien) y NO son perseguidos, quemados, encarcelados, asesinados, discriminados, señalados por algún fanático de su propio credo, probablemente piensan que Charlie Hebdo no es necesario. Los que ridiculizan SUS 10 Mandamientos, (pero se emputan cuando ridiculizan un dibujo "blasfemo") y sin embargo no van a la hoguera, claro que piensan que Charlie Hebdo es inútil.

Pero cuando el dogma religioso todavía asesina, mutila hímenes, apedrea mujeres, encarcela libre pensadores, si es necesaria esta revista. En Nigeria si son necesarios esos artistas del anti poder, y en Francia, en Estados Unidos,  en Israel, en Palestina, en Siria, etc. y en muchas partes del Ecuador también.

Charlie Hebdo es una herramienta para las víctimas del miedo al dogma. No sirve a aquellos que están sobre él. Pero si un cura pedófilo en alguna parte del mundo quiere convencer a un niño de dejarse violar por miedo a dios, y una de estas revistas cae en la manos de ese niño y su miedo –gracias a la burla- se tambalea, ¿acaso Charlie Hebdo no es necesario?



Charlie Hebdo no salvará al mundo del fanatismo político ni religioso, así como la penicilina tampoco nos dio la vida eterna.  ¿Pero qué prefieren?
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