2009
"Ya no tengo un lugar que no me hayas besado.
Ningún rincón sagrado te falta por andar…"
Por una amable invitación fui incluido en un
grupo de panelistas en un debate radial sobre “La Virginidad”. Además de no haber llegado a ninguna
conclusión, escuché dos cosas que me
llamaron la atención. La primera es un asuntito llamado refrescamiento vaginal que
no es más que bajarle el kilometraje al lindo elemento y la segunda, que sí me
agarró por sorpresa: el blanqueamiento
anal.
Sobre el refrescamiento vaginal ya se conocía
algo, y la demanda no ha sido escasa en las décadas pasadas. Sea por meterle el
dedo al shunsho con el cual se contraerá nupcias o sea por corregir un
accidente en la bicicleta, o cuatro partos naturales de guambras cabezones, la reconstrucción del himen es un trabajito no muy desconocido. Hasta circuló un chiste donde una mujer, por
falta de presupuesto para fingir virginidad, lo que hizo fue hacerse nudo los
pelitos…
Por el otro lado (literalmente) está el
asunto del anal bleaching. Es una nueva oferta de la estética y las promesas de
belleza integral. Se pueden encontrar consejos que van desde el uso de un limón
-que sirve además para aclarar las ingles y las axilas-, hasta las cremas más
sofisticadas, algunas de las cuales las habrá usado Michael Jackson, pero en la
cara. Los componentes más usuales usados en las cremas de blanquear son el hydroquinone y el ácido del kojic.
El interés por blanquearse el ojete y sus
suburbios aparentemente surge por el
exceso de información. Las actrices pornos exhiben unos culos en un solo todo
de rozado y nunca falta la copiona que lo quiere tener igual, aunque no lo
preste con ese profesionalismo. Otra
causa parece ser los diminutos hilos dentales que en muchos casos dejan
descubiertas áreas más oscuras de la piel. Alguien se habrá quejado supongo.
Hace años,
agrandarse quirúrgicamente los senos era criticado, mal visto, en
definitiva parecía una excentricidad. Hoy, le falta porco para ser parte de la
canasta familiar. Esto me lleva a pensar
que dentro de unos años blanquearse el rabo será un asunto cotidiano y hasta
cierto punto obligatorio. El dicho será
“no hay mujer de culo oscuro, sino marido chiro”, o algo así. Preparémonos entonces, que el rosa circular
se pondrá de moda.
Con todo este asunto me saltan a la cabeza el
blanqueado de dinero para parecer honrado, el blanqueado dental para aparentar
honradez, el blanqueado de la ropa que
no se le note lo viejita que puede estar. Por ahí como que blanquearse
tiene algo de sentido, pero ¿qué se puede aparentar al enlucirse el culo? Tampoco es negocio, pues gastarse una plata
en agrandarse las tetas es útil mientras se las pueda exhibir a todo aquel que
pase cerca. ¿Quién sabrá que usted se ha gastado sus dólares en blanquearse el
rabo? ¿Lo va a contar? El mercado se limitará a uno, dos o quince amantes y un
ginecólogo o un proctólogo. Como que no habrá una amortización muy rápida que
digamos, digo yo.
Y de toda esta tecnología blanqueadora, lo
que a mí realmente me preocupa es ¿y en qué
quedará el beso negro?
BELLEZA TOTAL
Reviewed by RLN
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