LAS PRINCESAS DE PAPI Y LOS HIJITOS MAMA

Vi llegar al consultorio del pediatra de mi hijo una nena muy linda cuidadosamente ataviada con su correspondiente corona de princesa. Seguramente su padre estará feliz. Y la nena será con todo merecimiento SU princesa.

Y así crecerá la nena y lamentablemente así permanecerán muchísimas mujeres: creyendo que son princesas de un reino que solo se sustenta en la creencia de su padre. Muchísimas de estas altezas crecen y se casan y no se dan cuenta de que al dejar el hogar paterno dejan el único feudo del que fueron monarcas, porque la verdad es que el marido no es el taita. En el mejor de los casos se casan con un tipo buena gente, amable y productivo. Pero el pobre no es consciente de que su mujer en el fondo cree que es una princesa. Princesa de un reino que no existe, que no tiene rey, que no tiene vasallos, que no tiene carruajes, ni peor castillo. Ay mamita!, las que se arman cuando se cae la corona de la nena debajo de la mesa de la realidad. Qué horrendo descubrimiento es para tantas “soberanas” enterarse de que solo su papito les mantiene en el trono.

Algunas de estas princesas, al pobre cojudo del marido no le dan el título de príncipe. Le dan el de vasallo. Y varios se quedan contentos sintiendo un orgasmo en su alma de esclavos. Pero cuando el joven tiene una regular autoestima reclama su puesto. Muchas logran entender que el cónyuge no es ni el papito que la elevó al rango de princesa, ni el siervo correspondiente y logan vivir felices para siempre. Pero otras no, y esta situación toca el infierno cuando algunas princesas ya no se despiertan del beso del verdadero amor en la mitad del bosque encantado, sino del puñete del macho castigador en la comisaría de la mujer.

Los hijitos de mamá son a mi modo de ver peores…estos cabrones no valen para nada. Desde chiquitos cualquier pendejada que hicieron fue celebrada como la gran cosa. La mamá les convenció de que son los más guapos, los más perfectitos, los más inteligentes, y que todo el mundo se moverá al son de sus necesidades. Nunca dejan de ser hijitos de alguien. Por lo tanto no sabrán ser padres, maridos ni podrán mantenerse jamás bajo presión alguna. No producen ni para un hotdog. Y si lo hacen se lo tragan solitos porque su bruta mamita les dijo que todo lo que da la tierra se hizo para saciar sus exclusivos requerimientos.

Una prima mía se casó con uno de éstos. Además de su evidente cara de cojudo, supe que la pobre escogió un hijito de mamita cuando la vieja idiota de su madre rebuznó en plena fiesta de matrimonio que la habitación de su bonitico seguirá igualita para cuando quiera regresar. Y ya regresó pues. Y su hija de 8 años casi nunca lo ve, porque el cojudo ni se asoma. Amén del juicio de alimentos que nos obligó a iniciarle para que el asco éste a duras penas le deposite míseros 300 dólares al mes.

Escupo en la cara de las madres que educan a sus hijos para convertirlos en unos inútiles de mierda, que huyen despavoridos de las responsabilidades porque nunca tuvieron una, y que saben que la pueden ir cagando en cada paso porque siempre habrá una mamita dispuesta a felicitarlo y a enorgullecerse por su gran huevada de hijo. Cuando estos engendros tienen trabajo (y lo logran mantener el tiempo suficiente) toda la oficina saben que están frente a un ser baldío, los amigos saben que el pana no vale, hasta el papá reconoce tristemente que tiene un junior inservible. En definitiva solo las mamitas creen que el bonitico es una belleza, el resto del mundo se le caga de risa.

A la hijitas de papi que no se corrigen las cambian por mujeres que saben ser compañeras y a los pelotudo hijitos de mami les llenan la cabeza de cachos con hombres a los que les enseñaron a ser hombres.