Los anabólicos esteroides son drogas sintéticas derivadas de la testosterona, una hormona natural masculina. Un hombre produce entre 2 y 10 mg. de testosterona al día. Las mujeres también la producen, pero en cantidades mínimas (salvo las mandonas).
En 1930 la testosterona fue sintetizada por primera vez. Los resultados están, por ejemplo, en las Olimpíadas del 52, los rusos se llevaron casi todas las medallas en levantamiento de pesas gracias a ella. Aunque los médicos notaron los peligros, recién fue prohibido su uso en 1975 por el COI. Hoy, atletas y flacuchos desesperados usan anabólicos en chiquis.
Además de una docena de problemas articulares, metabólicos y físicos, el consumo indiscriminado de esta droga en los hombres genera dolor al orinar y problemas reproductivos, porque se te inflama la próstata y se te achican las pelotas. Amén de calvicie, impotencia y hasta te pueden crecer tetas. A las mujeres se les reduce el clítoris (de por sí ya omoto), crían bigotes y se les pone la voz como la de la Elsita. Y NO les crecen las tetas.
Pero lo más grave es que su uso afecta la capacidad de procesamiento de información del cerebro, es decir, te acojuda sin remedio.
Los gremios existen también para crear musculatura falseta. Fueron creados por el hombre cuando el hombre se dio cuenta de su debilidad y de sus ganas de llegar más pronto a su objetivo. Imaginemos, también, al primer solapado con auna idea con la cual quiso hacerse el billete y conquistar al mundo: su primera decisión fue encontrar otros solapados con la voluntad más débil. No hay nada mejor para darle validez a la idea (por más idiota que sea) que conseguirle fans, muchos fans, así cuando tú dices algo en contra de ella, no faltará el “convencido” en decirte que tu sentir no vale porque el 90% creen en la tal cosa. Por suerte Darwin no empezó a buscar adeptos para su teoría de la evolución, porque al ser contraria a la fábula idiota de Adán y Eva, seguro no ganaba. No existe peligro mayor para el intelecto de alguien que, ANTES de tener sus propias ideas, se enclaustre y se limite a los preceptos, dogmas, pensamientos de alguien más.
Los gremios sirven para darles una falsa fuerza a los flojos. Para crear un falso prestigio a los invisibles. Para dar infraestructura desde dónde odiar a quienes creen en algo distinto ¡Nada mejor que un gremio, una asociación, un colegio profesional, una iglesia o religión, o lo que sea para proteger a los suyos acusados de pederastia, violación, mala práctica profesional o cualquier otra falta! Los partidos políticos, vaya ejemplo de gremio de tipejos que, en su gran mayoría, solo buscan meterse en la trompa alguna migaja que caiga de la mesa del poder y con el mismo vuelo se cambian de partido cuando es necesario.
Esta debilidad, este deseo por recibir consuelo, ánimos y esperanza, toda una serie de sentimientos que pueden ser humanos, pero que solamente significan CARENCIA, es lo que ha creado la noción de meterse anabólicos a la vena o de agremiarse, de reunirse y aceptarse y protegerse entre los que piensan igual, o quieren lo mismo o simple —y usualmente— se han disfrazado de lo mismo.
Un agremiado, cuando está solo, es como un fortachón sin sus anabólicos. Pierde potencia, se le aflojan los músculos, los testículos no recuperan su tamaño, ni su cerebro consigue procesar información. Solo, el agremiado queda al borde de una diarrea capaz de generar electricidad para 30 focos de 100 vatios si le instalaran una turbina en el trasero. Son engañosos los resultados del colectivo, bien comidos, solo los dirigentes.
La unión hace la fuerza, el antónimo de fuerza es blandura. Si está sintiendo la necesidad de unirse a un gremio, analice sus razones, tal vez esté sintiendo igual que el alfeñique que se ha mirado al espejo y ha decidido sacrificar su cerebro y gónadas por unos ilusorios bíceps.
Los anabólicos y los gremios
Reviewed by RLN
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