El pegamento universal, o la súper glue, tiene la merecida fama de ser capaz de unir sin mucho drama materiales como madera, tazas, cartón, papel, metal, vidrios, maceteros, piel (a quién no le pasó que se le regó pega en las manos), tacos de zapatos, telas y hasta las patitas de los lentes. Pega rápido, sin dejar muchos rastros, de forma cada vez más barata y viene en distintas presentaciones y precios.
Hay varias reglas que garantizan un pegado perfecto, siendo la primera seguir las instrucciones de la cajita. Lo que se va a unir debe estar limpio, y también hay que esperar, como cuando se espera que se sequen las patitas antes de volverse a poner los lentes.
Parecería que la súper glue es el elemento que mejor une lo que está separado o lo que se ha roto, pero hay una cosa que es mucho más eficiente y que entre otras cosas no se preocupa de que las superficies estén limpias, es más mientras más sucias mejor.
Es el ODIO. Toda una maravilla de la ingeniería sentimental humana. El odio es el origen de las religiones y de los países. El Ecuador nunca ha sido más país que cuando fuimos a la guerra con Perú. Y logra inusuales momentos de unión solidaria cuando odiamos quedarnos fuera del mundial. Nos volvimos un intento de nación cuando en la Gran Colombia se sembró el odio entre sus departamentos, y no fue porque nos amábamos con locura entre cholos y monos.
El milagro que unió a los social cristianos con los demócratapopulares en una misma lista es el odio a Correa (y a la ausencia de troncha). ¿Ustedes creen que en otras circunstancias se hubiera exhibido esos rótulos de candidatos “juntos si podemos” con el súper diseño de un cuadradito amarillo metiéndole una cosita redondita al cuadradito verde? Yo no, pero es el odio a Correa, quien de paso arrejuntó a todos quienes odiamos al repugnante pasado político del cual todavía no salimos y cuyo presente se hace odioso a gran velocidad.
El odio une lo que nada puede juntar. Y tiene la magia de unir sin que los unidos se quieran, se estimen o se respeten. ¡Por odio a la soledad o a la pobreza uno hasta puede casarse!
En el facebook soy miembro de un gigante grupo de los que odiamos a Arjona. Pero si uno de mis compañeros de grupo me pide un favor me haré el cojudo porque ellos no me importan un carajo. Y me acuerdo que en las marchas en contra del Lucio cuando nos lanzaron bombas lacrimógenas, a una pobre viejita le hice a un lado para correr más rápido. Los Cañaris que odiaban a los Incas se unieron a los españoles durante la conquista, pero la verdad es que los españoles y los cañaris no se amaban como manda vuestro señor Jesucito. Con decirles que el ejército colombiano se unió alguna vez al ELN para derrotar a las FARC.
Luego del Waterloo del magalómano de Napoleón, las naciones vencedoras que eran países que se aborrecían –hasta ahora- con todas las fuerzas de sus historias firmaron la Santa Alianza para fortalecer a las monarquías porque en el fondo detestaban la posibilidad de que las ideas de la Revolución Francesa siguieran proliferando. En los tiempos de Rambo III los gringos y los afganos compartían balas, carpas y caballos en contra de los bestias de los soviéticos. Y luego, cuando rusos y gringos se unieron en el odio hacia cualquiera que tenga intenciones violentas y que no sean ellos, molieron a misilazo limpio a Afganistán.
Ejemplos en la política sobran. Ejemplos en la historia sobran (cuando sea grande haré un libro sobre el odio). Hasta hay una frase sabia que sostiene que el enemigo de mi enemigo es mi amigo y como es dicho popular entonces lo más probable es que sea cierto. Así también lo o don Jacinto Benavente, “Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor”.
El pegamento universal y el odio
Reviewed by RLN
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