Hay cosas en las que nos gusta creer. Hay conceptos a los que nos hemos acostumbrado y conviven con nosotros porque no son importantes, o son extremadamente adaptables a lo que queremos creer. La inmutabilidad de Dios es una idea que no es importante, pues ¿qué pasaría si resulta que ha sido Dios todo lo contrario? Lo que vivimos diariamente son sus actos o son sus ausencias. Lo que vivimos es lo importante. Y así como adaptable es a nuestros gustos la mutabilidad o no de Dios, también lo es aquello que queremos creer sobre Simón Bolívar y su espíritu libertario.
La Biblia dice: “Hace tiempo que fundaste la tierra, ….., pero Tú eres el mismo, tus años no se acaban” (Sal. 101, 26-27). “Porque Yo, Yavé, en nada he cambiado” (Mal. 3, 6). “Todo don valioso, todo regalo precioso viene de la alto y ha bajado del Padre de las Luces, en Quien no hay cambio, ni variación” (St. 1, 17).
En pocas, Dios no cambia. El gordito chumado y mujeriego de San Agustín desarrolló aún más la idea de la inmutabilidad de Dios y bien manejada como fue su prensa, a todo lugar donde cayó una cruz con su respectiva espada, también le cayó la noción de que Dios no cambia.
Pero en la misma Biblia consta el relato de la creación: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra… Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz… Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así….. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno… Y fue la tarde y la mañana el día quinto… Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo…”
Lo que nos hace pensar que Dios si cambia, por lo menos cambia de profesión, pues antes de la creación estaba quieto supongo, y luego se la pasó seis días a full creando todo lo que vemos, y en el séptimo día se convirtió en un satisfecho creador y se puso a descansar y evidentemente desde ese día ya no ha creado nada, o sea es un Dios administrador, digamos. Para colmo, antes de los seguidores de Jesús, Dios era solo uno, pero ahora es Tres en Uno, con paloma incluida. Aunque no se modifique la realidad de nuestro planeta sospecho que el Dios al que nos presentaron en la Biblia, no es inmutable.
Como tampoco era muy amante de la libertad el Libertador Simón Bolívar. Pues sus biógrafos más importantes (y que conste que todos escribieron sobre Bolívar ANTES de que Huguito empezara a usarlo como calzoncillo), ya habían señalado que Simón era tan democrático o tirano conforme la necesidad le obligaba. Así, para poner orden, el 10 de febrero de 1824 fue nombrado dictador del Perú. Hizo lo que pudo por ser nombrado Presidente Vitalicio de Venezuela, incluso renunció tres veces al mismo cargo por ser temporal. Quiso que su poder sea perpetuo y hereditario. En el fondo Bolívar quiso ser Rey, o al menos pensó que el sistema democrático no funcionaría en lugares como éstos. Tal vez tuvo razón. Poner orden en países incipientes no habrá sido nada fácil, pero es justo saber que Simón Bolívar no era un santo mártir de la libertad. El pobre de Santander (su vicepresidente en Colombia) cometió el error de pensar diferente, y hubo gente que se dio los modos para hacerlo pasar a la historia como un traidor al Libertador, cuando lo que hizo fue oponerse a sus deseos de poder total y perpetuo. Simón Bolívar, fue un gran general y libertador, pero no tenía en mente gobernar concediendo libertad a sus liberados, y la inmutabilidad de Dios, no puede ser tal si los mismos que lo explican nos cuentan historias de Dioses distintos.
Sin duda la vida de Bolívar y sus circunstancias podrán ofrecer varias excusas y razones que justifiquen sus actos. Un libertador que al mismo tiempo pensaba en el poder absoluto es un hombre cuya imagen podrá ser utilizada por el sector ideológico que lo desee, precisamente por la turbulencia y variabilidad de sus principios. Igualito pasa con la idea de Dios, cuya imagen se construye conforme lo que cada quien necesite, piense o crea. En todo caso, si fue o no fue un gran y respetuoso demócrata, o un perfecto y cruel tirano, ya no importa. Esto es lo que somos. Lo que somos es lo importante.
La inmutabilidad de Dios y el espíritu libertario de Bolívar
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