Una versión de la historia del Rey Midas, la escribió el poeta Ovidio en el siglo I a. C. La historia de este insaciable Rey de Tracia llegó usualmente a nosotros en forma de cuento infantil, como habitualmente ocurre con las historias más profundas.
Cierta tarde, el dios Baco llegó repluto a la región dominada por este Rey, de tan borracho incluso se cayó de oreja del burro que lo llevaba, y Midas no se demoró ni un segundo en organizarle diez días de fiestas en su honor a costilla del presupuesto público.
Baco le dijo: "Pídeme el favor que tú prefieras, yo te lo concederé". Midas, bien a lo ecuatoriano, le pidió: "Haz que todo lo que yo toque se convierta en orofff". El dios Baco, que era borracho, pero no idiota, lamento tal pedido, pero igual se lo concedió porque así son los dioses de ludópatas (como el Dios de Chile, que se hizo el gil cuando se caía la mina y luego asomó hecho el comedido para ayudar en el rescate y para que le agradezca el Piñeira). Entonces, contentote como asambleísta inepto elegido en plancha, Midas se dedicó a tocar todo lo que podía para convertirlo en oro y volverse lo suficientemente rico como para no pagar nunca impuestos.
Tiempo después Midas empezó a considerar que se había equivocado cuando tuvo hambre y los cuyes asados se le volvían de oro antes de poder comerlos. Se moría de sed, pero a penas el agua tocaba su lengua se volvía dura, y muchos hasta ahora no entienden cómo este man no se murió atragantado. No le quedó otra opción que rogar a Baco que le quitase el “don” y éste le envió a lavarse en las aguas del río Pactolo, lugar donde Midas se curó de semejante poder. Dicen que la única que se enojó fue la esposa.
El Maniqueísmo es la religión perpetrada por el persa Mani por el año 250. Mani fue otro chiflado que se creyó profeta enviado por Dios y fue lo suficientemente perverso como para fundar una religión. El maniqueísmo –como toda religión- cree ser la única creencia verdadera y sostiene que el resto de creencias son cosas de zopencos a los que hay que matar, pero de todas maneras plagia un montón de añagazas que las otras religiones también sostienen.
Los maniqueos, eran dualistas, es decir, simplones. Creían que había una disputa entre el Bien y el Mal. Para ellos Dios (el bueno) estaba metido en el espíritu del hombre y el Diablo (el malo) habitaba en su cuerpo. Luz y Tinieblas, según ellos, es lo único que hay en el mundo.
El gobierno ha utilizado el maniqueísmo con éxito durante mucho tiempo ya. Al principio con tanta esperanza puesta, era fácil caer en la simplicidad de denostar a los otros y creer que Correa era el bueno. Lo que el Presidente tocaba con su maniqueísmo se convertía en oro de popularidad. Esa dualidad se la sigue usando con infinito amor (y presupuesto), pero le está pasando lo que a Midas, la cosa ya no es tan útil ni tan chévere.
Obligar a la gente a escoger un “bando” hoy en día juega en contra del Presidente. Los que vemos los tonos grises y nos negamos a pensar en blanco o en negro somos la mayoría, pero si la presión obliga a escoger entonces pocos de esos “grises” se irán al “bando” del Gobierno. Los que vemos cosas positivas en Correa tendremos que enterrarlas bajo la propaganda maniqueísta de los Alvarado. Ojalá el Ecuador ya no sea dividido sólo entre estúpidos delincuentes y héroes de la revolución para unos, o en estúpidos delincuentes y defensores de la libertad, para otros. El maniqueísmo ya no convierte las cosas en oro ni las manos en aplausos. Y acá el único río como para lavar errores resulta que es el Machángara.
Midas y el maniqueísmo
Reviewed by RLN
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