ALL YOU NEED IS ECUADOR

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Además de sus paisajes maravillosos y coloridos animales que parecen traídos al presente en una máquina del tiempo (todo esto siempre en riesgo de perderse por la sangre sucia del ser humano), el Ecuador es un lugar que cualquier turista que guste de la corrección política y del romance debe visitar.

No es joda: El Ecuador ha sido siempre un buen país con sus semejantes. Un vecino gentil y hasta naif.  Como resultado de esta inocencia perdió más de la mitad de su territorio en guerras y tratados con Colombia y Perú.  La poca selva que se mantuvo en propiedad de esta nación casi se destruyó en manos de petroleras que dejaron más contaminación que utilidades. Así de amables.

No somos los únicos en el mundo, pero ya que estamos, a nosotros no se nos ha ocurrido llevar a la fuerza nuestras ideas a país alguno. Ningún país puede quejarse de haber sido atacado seriamente por nuestras autonombradas “gloriosas” fuerzas armadas.  Los ataques, los daños y los abusos los hemos cometido siempre en nuestra contra, somos nuestros propios plagiadores y torturadores. Así de buenos anfitriones.

No tenemos una Guantánamo, por el contrario, somos uno de los países que más refugiados ha recibido y las conductas xenófobas realmente no son parte de nuestro menú de defectos. 

Cualquier turista es bienvenido. Recuerdo en París haber conocido a un canadiense que viajaba con una bandera de su patria especialmente para que no lo confundan con un estadounidense. Acá los queremos a todos por igual, mientras no sean de los nuestros.  Pueden ustedes foráneos venir tranquilos y pregunten en las agencias de viajes de los cientos de parajes esplendorosos que ofrecemos. Y encontrarán excelentes precios.

Por cierto, hace algunos años en New York alguien me preguntó si teníamos televisión, y por si la noticia no ha llegado al resto del mundo, pues si tenemos televisión, internet, carreteras asfaltadas, luchas por el matrimonio entre homosexuales, luz eléctrica, vehículos que funcionan con derivados del petróleo, déficit fiscal, hornos de microondas,  vacunas, telefonía celular, y una sorprendente variedad de licores y alucinógenos naturales para todos los gustos.  

Y tenemos lugares que el resto del planeta no posee como las Islas Galápagos, el volcán Cotopaxi, la laguna del Cuyabeno, y dos gigantescos huecos que serán la evidencia de que hasta intentamos en Quito construir un metro subterráneo. 

Acá el turismo sexual no llega a ser una pandemia, pero si hay reportes de turismo amoroso: Es usual avistar parejas de chicas blancas como un queso tierno y  rubias como el papá del enemigo de Harry Potter, y no muy lindas honestamente, pero adecuada y románticamente tratadas por flacos, morenos y exóticos representantes de nuestro país. Cariño –posiblemente sincero- no faltará para ninguna, la verdad.  Y la velocidad en la que aprendemos a decir “te amo” en cualquier idioma es digna de un Nobel. 

Vengan, señores turistas, y observen las mismas precauciones usuales sobre seguridad que anuncian los países occidentales (nuestras tasas de violencia no son peores que en la mayor parte del planeta), y adicionalmente a estos cuidados, no vayan jamás a creer que los pasos cebras sirven para algo. Los ecuatorianos al volante odiamos a los peatones tanto como a las leyes de tránsito.

Creo que eso sería.

Disfruten su visita. 

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